Edición carnal: producción cuerpo-sexo-género en el vídeo.
La introducción a una robusta edición de tres tomos de la Historia del cuerpo humano nos advierte (Michel Feher, 1989): “la historia del cuerpo no es tanto la de su representación como la de sus modos de construcción”1. Suscribiendo esta idea, podríamos afirmar: la representación del cuerpo es su construcción, y en ella participan una plétora de técnicas semiotico-materiales, desde el lenguaje a la biogenética, pasando por la totalidad de las tecnologías de producción visible y audible del cuerpo, incluido el vídeo. Así nos lo advertía Teresa de Lauretis en su crítica al sistema sexo-género (“el género es una representación y su representación es su construcción”, Tecnologías del género, 1987), en la que la invención de cuerpos sexo-generizados es producto de tecnologías sociales de representación como el cine o el vídeo. Y así lo recoge también gran parte de la producción videográfica del Estado español en las últimas tres décadas.
Evitando un trazado cronológico, este itinerario se concibe como la “edición” de una serie de secuencias o paradas que profundizan en aspectos del uso del vídeo como recurso de producción de corporalidades, géneros y sexualidades disidentes. El itinerario sigue la línea de la generalización del uso del vídeo como medio artístico y su extensión a otros ámbitos creativos como la danza y las artes escénicas, que si bien en el “norte global” coincide con los primeros movimientos de liberación homosexual, el feminismo de la segunda ola y el arte conceptual de finales de 1960, en el Estado español no se afianzará hasta más de dos décadas después, en paralelo a la ampliación de los márgenes del feminismo y la aparición de las primeras políticas queer. De hecho, de haber aquí una tesis, esta sería que el paso de los discursos de la identidad a las políticas no-identitarias que caracterizaron los primeros años de la década de 1990 –con la crisis del sida como telón de fondo– es constitutiva del desarrollo definitivo del vídeo en el Estado español.
El itinerario se construye sobre la base de tres décadas de practicas, experiencias y lecturas colectivas -los antecedentes- que no quedan, ni pueden quedar, debidamente reflejados en el resultado. Algunos de los antecedentes que resonarán fuerte aquí son: todo lo dicho y hecho desde los 90 por los integrantes de los colectivos La Radical Gai y LSD, en especial, Ricardo Llamas, Sejo Carrascosa, Fefa Vila, Javier Sáez y Paco Vidarte; la extensa producción de Erreakzioa-Reacción (Estibaliz Sádaba y Azucena Vieites), entre la que destaco el número 54 de la revista Zehar, "La repolitización del espacio sexual", editado en colaboración con María José Belbel (Arteleku, 2004); la producción teórica y programaciones de vídeo propuestas por Gabriel Villota Toyos, principalmente, el proyecto Videoacción: el cuerpo y sus fronteras (IVAM, Valencia, 1997); y, muy especialmente, los diversos cursos, seminarios y talleres dirigidos por Paul B. Preciado, sólo y en colaboración, en el MACBA, Barcelona, y UNIA arteypensamiento, Sevilla, a lo largo de las últimas dos décadas.
El libro sobre la historia del cuerpo humano citado arriba lleva en portada una imagen carnal: un detalle virado a violeta del abdomen de un “Cristo en la cruz”, tomado de una pintura de Philippe de Champaigne del Museo Louvre de París. La imagen pone al cuerpo en el centro del discurso al tiempo que evidencia que cualquier intento de representarlo sólo puede ser parcial y fragmentario, como este itinerario.
Nuevas identificaciones
A finales de las década de 1980 -la llamada “década del vídeo”- las políticas queer o post-identitarias, vinieron a proponer una crítica al lenguaje, la representación y la gestión política de los cuerpos no estructuradas en torno a la noción de identidad. A partir de los trabajos de Teresa de Lauretis, Judith Butler, Eve K. Sedgwick o Donna Haraway, la teoría y práctica queer vendrá a cuestionar la idea de un sujeto político mujer y de un sujeto político homosexual, poniendo el acento en la dimensión performativa de toda identidad. Frente a una noción clásica de feminismo (blanco, heterosexual, de clase media), centrado en reivindicaciones paritarias entre hombres y mujeres que refuerzan el sistema binario de género, y en oposición también al movimiento gay y lesbiano normalizado y sus proclamas de integración e igualdad, las políticas queer proponen un horizonte político donde el sexo, el género y las procedencias de raza y clase confluyen en un único proyecto de transformación social.
Este tramo del itinerario propone repensar la experimentación con el vídeo como constitutiva del tránsito de las retóricas de la identidad a las políticas post-identitarias. El tramo va desde el trabajo de grupos como LSD, una de las entradas en el Estado español de la perspectiva queer en la década de los años 90, a las prácticas posporno de re-apropiación de las técnicas de representación sexual reunidas en el documental de Lucía Egaña en 2011, pasando por un heterogéneo conjunto de piezas que, en alianza con las figuras del cyborg, la drag, el monstruo, el seropositivo, el cuerpo trans (Maite Cajaraville, Julia Montilla, Águeda Bañón, Cecilia Barriga), proponen nuevas identificaciones.
En este contexto, la noción de “prótesis” -central en la crítica queer- sirve para repensar el cuerpo como tecnología y producción, y al sujeto contemporáneo como “puerto”, algo a lo que se pueden enchufar e incorporar prótesis. Así, los cuerpos (re)producidos audio-visualmente en este primer tramo del recorrido por Carmen Sigler, Miguel Benlloch, Itziar Okariz, Pedro Garhel, y Jaume Ferrete + Rafa Marcos Mota, reconocen a la cámara y al micrófono como extensiones protésicas y a la pantalla y al altavoz como una imagen más fiel que su proyección en el espejo.
Ficciones de género
Como han sugerido ya muchas, el encuentro en el término "performance" que se da entre las prácticas artísticas y escénicas experimentales y las políticas queer, refuerzan una concepción estética, plástica, estilística, del género. Hablamos de las identidades de género como una producción de estilo, como diseños sintéticos-à-porter (Carles Congost; Joan Morey). Parafraseando a un hipotético Walter Benjamin transmaricabollo, la noción de género en la época de su reproducibilidad técnica que las prácticas artísticas de crítica a la diferencia sexual y de desnaturalización de los signos de género traerán consigo (María Ruido, Cabello/Carceller, Virginia Villaplana) encontrarán en el vídeo al perfecto aliado.
Anteriormente, en el específico contexto tardofranquista del Estado español, prácticas materiales de subversión de los signos de género como las representadas por Ocaña y Camilo en los 70 o Miguel Benlloch a partir de los 80, vendrán a desestabilizar nociones tradicionales de “ideología” y "política", naturalizadas como rasgos de identidad masculina por la izquierda tradicional. A través de estrategias lúdicas y de teatralización paródica, estas prácticas contradicen la habitual tesis del “agotamiento de lo político” tras la caída del régimen franquista (tesis, sugerida, por ejemplo, en otro itinerario de esta antología).
Cuerpos en escena
Las experimentaciones coreográficas desde la década de los 60, contemporáneas a la emergencia de la tecnología del vídeo en el “norte global”, contribuyeron de manera decisiva al paulatino vaciamiento del cuerpo de sus modelos somáticos –los estándares anatómicos y motrices establecidos por la modernidad. El vídeo fue rápidamente reconocido por la danza contemporánea como una herramienta tan indispensable como el espejo en el que se reflejaba antaño el cuerpo del bailarín moderno. Pioneros de la danza y la performance como Trisha Brown, Yvonne Rainer o Steve Paxton, sometieron al cuerpo a un paulatino proceso de disolución y extrañamiento, a través de sistemas coreográficos basados en reglas simples, procedimientos matemáticos y modelos de juego y azar. Estas estrategias tendrían su correspondencia en las funciones y efectos propias del vídeo, que permitían someter al cuerpo a una cadena de operaciones de corte, pegado, inversión, multiplicación, coloreado, estableciendo una identificación operativa entre “cuerpo en movimiento” e “imagen en movimiento". En el específico contexto del Estado español, desde finales de los 80 la categoría de vídeo-danza vino a aglutinar a muy distintos movimientos e intenciones artísticas, produciendo un nuevo espacio para la práctica escénica fuera del escenario.
Así se evidencia en la selección de trabajos reunidos en este tramo del itinerario, que van desde las colaboraciones de creadores como Lluís Escartín o Jordi Teixidó con figuras relevantes de la nueva danza española, como Olga Mesa o Malpelo, al retrato en vídeo del pionero de la danza contemporánea Steve Paxton, a cargo de Ixiar Rozas. El itinerario también incluye trabajos de artistas como Félix Fernández, Sra Polaroiska, Chus Dominguez y bestué – vives, que recurren a formas coreográficas, escénicas y teatrales de des-regulación del cuerpo.
Administración política de los cuerpos
A las técnicas e instituciones clásicas de la biopolítica (la fábrica, el hospital, la cárcel, el espacio doméstico), que sitúan al cuerpo y la subjetividad en el centro de su práctica disciplinaria, ahora se suman y yuxtaponen nuevas redes de cercamiento capitalista del cuerpo en la condición neoliberal. En este último tramo del recorrido, el cuerpo (re)producido audio-visualmente se sitúa en la encrucijada entre las técnicas biopolíticas de gestión y control de la vida, y los modos de administración del cuerpo neoliberal en el siglo XXI.
Los vídeos reunidos aquí condensan una década (2004-2012) de variadas estrategias artísticas y documentales enfrentadas a formas de acecho biopolítico y neoliberal del cuerpo: la producción y vigilancia institucional de la locura (Pedro Ortuño); los protocolos gubernamentales de gestión del cuerpo migrante (Daniela Ortiz/Xose Quiroga); el comercio distribuido de los cuerpos (Sally Gutierrez); la gestión neo-colonial del cuerpo seropositivo (Sally & Gabriela Gutiérrez Dewar); la patologización de la transexualidad y la gestión médica de las identidades transgénero (Cecilia Barriga); la regulación contemporánea del trabajo sexual (Miquel García); o la censura de la capacidad de los cuerpos de reinvención colectiva del espacio común (Marisa Maza).
NOTAS Y REFERENCIAS
- Michel Feher (1989). Fragments for a History of the Human Body. New York: Ed. Zone.
- Los nombres destacados en negrita remiten a los autores y obras presentes en el DVD correspondiente a este recorrido.