Realizado en Arizona para una proyección sin sonido en Nueva York, con la colaboración de la bailarina de danza contemporánea Olga Mesa. Un documento mudo donde se exploran momentos de paisajes brumosos con figura en movimiento.

Una road movie nocturna hacia el corazón del suroeste americano, el estado del Gran Cañón (para exhibirla al otro lado del país). La aridez del lugar es quebrada ocasionalmente por la lluvia de las regiones montañosas. Paisaje sin apenas población, restos dispersos de maquinaria o viviendas, todo es campo con legados humanos que rompen el paisaje. Sobre los barrizales ocasionalmente danza la única figura de este vídeo, la respiración humana que rompe el paisaje. Los movimientos de Olga Mesa apuntan bocetos, pruebas, intentos y, sobre todo, meditaciones para aplicarlos a futuras coreografías, desde su aislamiento ensimismado. La serena contemplación de Escartín estudia el entorno, a la vez que se fija en fragmentos de las acciones de ella. La cámara es seducida por esta duplicidad solapando restos y rostro al atardecer como notas en un libro de viaje. Aunque sin sonido. La mudez permite individualizar cada toma y secuencia a modo de pase de diapositivas entre los que se intercala la persona con los detalles del espacio.

A través de estos sondeos por las genuinas tierras americanas se pueden contemplar algunos de los tics que han dado identidad a la videografía de Lluis Escartín. Aún formando su carácter videográfico, en este trabajo se percibe su interés por las culturas apagadas, la influencia del paisaje en el ánimo y su innata capacidad de observación íntima. Aunque siempre detrás de la cámara, se puede distinguir al autor reflejado en lo filmado y redundado en la edición. Nunca es una presentación objetiva, desde una puesta en pantalla documental se presentan ideas que realmente le interesan e imágenes por las que él se ha quedado fascinado.