Desayunos y Meriendas
Desayunos y Meriendas
El pistoletazo de salida de esta disparatada fantasía visual lo marca el momento en que dos jóvenes recostados en su cama, se disponen a ver una película e introducen una cinta en el reproductor. Aquí comienza el primer eslabón de la cadena de historias dentro de otras historias, recurso habitual en las obras de David, que con frecuencia dibuja circunferencias de significados permeables. Las referencias visuales inconscientes se van sucediendo, atropellando: la fiereza de los leones de la Metro, la fisicidad de la leche y su uso en estrambóticas meriendas; las repeticiones en el montaje, las situaciones cómicas performáticas; homenajes inconscientes al surrealismo y al cine underground… a la confluencia de realidades.
La materialidad, la textura del cine, se manifiestan con crudeza en esa coctelera de escenas robadas a filmes clásicos, acciones del absurdo “interpretadas” por su actores fetiches; cine abstracto, anti-narración y alucinación visual.
David Domingo posee un don para transparentar en sus montajes la velocidad de su imaginación, una cascada de pensamiento poblada de recursos propios desordenados y de iconos culturales variopintos donde no existen jerarquías.
Partidario del found fotage, de la deconstruccion, y del detournement fílmico, sus piezas son buenos ejemplos del audiovisual postmoderno más híbrido. Los mundos personales, su miedos y pesadillas se expresan en ríos de asociaciones que parecen inspirarse en sueños o visiones.
Su piezas nos llevan al cine abstracto, a los filmes de Duchamp, Man Ray, de Maya Deren y Kenneth Anger, de Stan brakhage, Warhol o Jack Smith; pero a los que se los hubiera revuelto en una coctelera con la serie B , el cómic y la televisión más “camp”.