Entrenamiento es una de las obras más conceptuales e irónicas de la artista. Con una factura en blanco y negro, que contribuye a citar mejor al videoaccionismo de finales de los 60 y de los 70, Diana ejecuta ante la cámara una performance de las llamadas “de resistencia” o “de dolor” en la que las barreras entre la ironía y los verdaderos propósitos se diluyen, pudiendo interpretarse la pieza desde planos distintos.

Tras presentarnos una estancia decorada a la antigua y con toques de casa burguesa, vemos a la artista, con indumentaria deportiva, realizar una tabla de ejercicios físicos, sentada en un banco de abdominales junto a un piano, mientras al mismo tiempo, de forma simultanea y acompasada, interpreta una partitura en este instrumento.
Se hace inevitable la reflexión sobre la formación del artista y la idea de “sacrificio”, de entrega a la vocación, que entraña, en la adquisición de unos conocimientos y destrezas. Por otra parte, nos permite efectuar una comparación entre el alto reconocimiento social que atesora la formación del músico, y las dificultades por parte de la sociedad, para asimilar el proceso de trabajo del artista visual contemporáneo al que no se le atribuye ni esfuerzo ni disciplina, ni en el antiguo modelo: el del “genio”, que espera paciente la inspiración; ni en el del “productor de arte” actual, mecido por las modas y el mercado, y no por el trabajo o la verdadera investigación, en opinión del hombre de la calle.
La obra posee además un valor añadido de corte autobiográfico que dota de gran potencia la ejecución de la acción: Diana recibió una férrea formación musical durante dieciséis años, que se permite parodiar asemejando estos ensayos diarios a la tortuosa tabla de abdominales de un gimnasio.

El trabajo de Diana Larrea se desarrolla en torno a las prácticas de reflexión sobre el acto creativo y sus transformaciones contemporáneas, persiguiendo desmontar categorías como la del “autor autosuficiente”, o la de “genio”; para ponerlas en relación con los actuales “agentes del arte”, pero sin dejar de ironizar sobre estos frentes. Su obra mantiene un interés por el arte en su contexto social; de ahí su preferencia por el arte colectivo o de colaboración, y por las prácticas abiertas que abren debates y fisuras en los discursos monolíticos dominantes.